¡No te alejes de los dominios!

martes, 24 de mayo de 2016

La Era de los Místicos:
''Crónicas de los Dominios" Prólogo 1

Y he aquí el regalo que nos dejó Adriana para este día, 
que por cierto, ¡feliz cumpleaños!:


ANTES DEL AMANECER
  
Braddgo

            La relajación del sueño, la calidez de la cama y la perfección de mi compañera de vida durmiendo a mi lado fueron interrumpidas por unos incesantes toquidos en la puerta de nuestro hogar.
            Desperté con un sobresalto ante el aporreador sonido, y como Lylibeth se encontraba acomodada con su cabeza sobre mi pecho, automáticamente la desperté yo a ella también.
            -Ignóralos. Quien sea, aprenderá a no venir a molestar antes de la salida del sol –la sentí murmurar contra mi piel, obligándome a sonreír a pesar de la preocupación que comenzaba a invadir a mi adormilado cerebro.
            La gente no suele hacer visitas de madrugada a menos de que se trate de algún tipo de emergencia. Y los toquidos continuaban.
            -Podría ser importante.
            -Dormir es importante –fue la respuesta de Lyli–. Y más aún después de desvelarse de la manera en que tú y yo nos desvelamos anoche.
            Los recuerdos de la velada anterior atrajeron una nueva sonrisa a mis labios, por lo que de inmediato giré mi cuerpo hasta que Lylibeth quedó recostada bocarriba conmigo sobre ella.
            Lyli se había encontrado lejos de casa por una semana a causa de una misión, y antes de eso yo había estado en la Región de Novatinus por cinco días, juzgando a una serie de paladines antes de sus últimas pruebas para graduarse como Adalides, por lo que mi compañera de vida y yo habíamos pasado más de diez días sin vernos.
            Basta decir que nuestra reunión fue bastante intensa y aquella intensidad nos duró varias horas.
            -Ya que estamos despiertos los dos –dije contra sus labios, acallando sus carcajadas con un beso que en segundos se tornó profundo e impaciente, pero que instantes después fue cortado de tajo ante el regreso de los sonoros e insistentes toquidos.
            -¡Por todo lo que es sagrado! ¡Quien esté allá afuera va a despertar a toda la maldita aldea! –vociferó mi compañera de vida; yo no tuve el corazón de decirle que sus gritos probablemente también se estaban encargando de despertar a los habitantes de Jemsby, o cuando menos a nuestros vecinos.
            Le di un último y apresurado beso para finalmente salir del lecho.
            -Tiene que ser una emergencia –dije poniéndome los pantalones de cuero-. Será mejor que vaya a ver quién es… ¡No, no te levantes! –exclamé al darme cuenta de que Lylibeth también se ponía de pie.
            -No te preocupes. Como dijiste, probablemente sea una emergencia. Y lo primero que se necesita durante una emergencia es café.
            Le sonreí al terminar de ponerme la camisa, viéndola enredarse en una enorme bata rosa que a ella le encantaba y que yo creía que era la prenda más ridícula de los Dominios, pero que la hacía lucir por demás adorable.
            -Te amo. ¿Ya te lo había dicho hoy?
            Fue su turno de sonreír, avanzando hacia mí para tomar mi rostro entre sus delicadas manos.
            -Esa es la forma correcta de iniciar cualquier día –murmuró uniendo sus labios con los míos, pero de nuevo nuestro beso fue interrumpido por más toquidos, sonando cada vez más y más impacientes.
            -¡Agh! Tú, puerta. Yo, café –me dijo mientras que ambos nos movilizábamos. Me encontraba a dos pasos de la entrada y Lylibeth en el umbral de la cocina cuando me llamó-. ¿Bradd?
            -¿Si?
            -Yo también te amo –entonces la perdí de vista, pero no por eso dejé de sonreír.
            Llevábamos casi tres décadas juntos y a Lyli aún le costaba trabajo pronunciar aquellas palabras; pero a mí jamás me había importado, son sólo eso, palabras, cuando ella me demuestra que me ama cada día con sus actos.
            Los toquidos me sacaron de mis pensamientos otra vez.
            -¡Ya oí! ¡Ya voy! –grité justo antes de abrir, encontrándome con el rostro serio de mi hermano mayor, de pie muy erguido frente a mí-. ¿Qué sucede, Forley? –inquirí tensándome de inmediato; aquel hombre era mi familia, pero también el Magistrado de la Congregación, por lo que tenía que tratarse de algo realmente urgente para que se encontrara de pie en mi pórtico y a esas horas de la madrugada.
            -Perdón por la intromisión –articuló con formalidad, como era su costumbre, y recordándome como siempre a los modales de Lórimer; definitivamente, aquellos dos hombres necesitaban tener sexo (no necesariamente uno con el otro, pero sí pronto); claro que era algo que no me apetecía hablar ni con mi hermano, ni con mi cuñado, así que me concentré en lo que Forley me decía–, pero necesito de tu ayuda.
            -Claro, claro –respondí de inmediato, casi por reflejo-. ¿Qué necesita la Congregación que haga?
            -No. No la Congregación. Yo.
            Ahora sí comenzaba a asustarme.
            -¿Qué está sucediendo, Forley?
            -¿Podemos hablar en privado?
            -Ahm… Sí, por supuesto. Pasa –me hice a un lado para dejarlo entrar, cerré la puerta y con una seña le indiqué que me siguiera a la cocina. Lyli tenía razón: lo primero que se necesita en una emergencia es café.
            Y hablando de mi compañera de vida, sentí de inmediato como se tensaba al darse cuenta de quién era nuestra inesperada visita, y no supe si se debía a que era “el Magistrado” (una figura de autoridad, de lo cual Lylibeth jamás ha sido fanática) o “mi hermano” (no era ningún secreto que ella y Forley nunca se habían agradado totalmente, pero ambos hacían el esfuerzo de soportarse por mí). Por la razón que fuera, Lyli ocultó su desazón en segundos, para luego dirigirle una leve sonrisa a mi hermano.
            -Buenos días, Forley. ¿Quieres café?
            Él no respondió, lo cual me pareció extraño porque si algo era Forley, eso era educado; pero en lugar de contestarle, se giró hacia mí.
            -Te dije que en privado, Braddgo –su tono me puso los pelos de punta, arrugando el ceño mientras me cruzaba de brazos.
            -Sabes bien que no hay secretos entre Lylibeth y yo.
            -Pues éste tendrá que ser el primero.
            -Olvídalo, Forley.
            -Es importante.
            -Si así lo fuera, ya estarías hablando.
            -Es importante –repitió apretando los dientes, claro signo de que iniciaba a impacientarse.
            -Comienza, entonces.
            -Bradd, ella no debe de enterarse –insistió señalándola con un dedo-. Si lo sabe Lylibeth, lo sabrá Lórimer. Si lo sabe Lórimer, lo sabrá Belyan. Si lo sabe Belyan, lo sabrá Erick. Si…
            -¡Suficiente! –la voz de mi compañera de vida llenó la cocina de presión; era obvio: Forley despotricaba contra ella y sus amigos como si Lyli no se encontrara presente, y al mismo tiempo pretendiendo que yo le hiciera un favor sin que ella se enterara de qué se trataba; aquello en definitiva no iba a suceder.
            -Habla de una vez o márchate. A mi casa no vas a venir pidiendo ayuda al mismo tiempo en que insultas a mi compañera de vida –le dije enfrentándolo cara a cara.
            -¡Yo no estoy insultando a nadie! –exclamó obviamente desesperado.
            -¡Oh, claro que no! –intervino Lyli situándose a mi lado-. Nada más acabas de acusarme de chismosa; a mí, a mi gemelo y a mis amigos… ¿Cuál insulto?
            Le pasé un brazo por los hombros en afán de calmarla un poco, pues sentía como su paciencia iba agotándose también. Aparte de que el movimiento me sirvió para ladear el rostro por un segundo, ocultando así la sonrisa que estaba por escapárseme; de veras que amaba a esta mujer.
            Fue cuando regresé mi vista a Forley que me di cuenta de que al parecer él había controlado sus emociones y por fin había decidido qué hacer a continuación; ahora sólo restaba aguardar para saber si elegiría hablar o marcharse sin decir más.
            -Esto no puede salir de aquí, Lylibeth. Ni una palabra –decretó con sus ojos puestos en ella.
            -Ni una palabra –concordó Lyli con rapidez.
            Forley tomó aire y nos observó a ambos con extrema seriedad.

            -Se trata de Matheo…



¿Qué tal? ¿Qué tal? D: Nos dicen qué les pareció en los comentarios, ¿vale?

sábado, 14 de mayo de 2016

Llega 'La Era de los Místicos', la nueva trilogía de Adriana González Márquez

¡Ey! ¡Paladines, Cerrajeros! ¡Personas al interior y al exterior de los Dominios! ¿Qué tal les va? A mí estupendamente, porque volvemos a tener información sobre el peculiar universo que ha construido nuestra autora de Aguascalientes... 
¡Y es que ya hay título para la nueva trilogía que será lanzada próximamente!

Así es, tal como leen, si bien Adriana González ya cuenta con dos ediciones publicadas de Los Dominios del Ónix Negro, Penguin Random House estará apostando por el lanzamiento de una nueva trilogía que se desarrollará en el mismo universo, en este caso: ¡LA ERA DE LOS MÍSTICOS!

Y para que vean que no somos malas (ni Adriana ni yo. O bueno, no mucho), les tenemos otro poquito de información: el primer tomo de la trilogía llevará por título 'Mestizo', y ya contamos con material para ir compartiendo a partir del 24 de mayo, que es el cumple de Adriana y en que ha decidido hacernos un regalo a nosotr@s :3

Entonces, para finalizar esta pequeña publicación, les cuento que, además de compartir el título de la trilogía, el título del primer tomo de ésta y el anuncio sobre el 24 de mayo, dicho material son 4 prólogos con los que da comienzo Mestizo y tendremos uno por mes, a partir de esta fecha que he mencionado, por lo que -más o menos- el siguiente consideraría el calendario de publicaciones de estos textos:

24 de mayo - Prólogo 1
24 de junio - Prólogo 2
23 de julio - Prólogo 3
23 de agosto - Prólogo 4

 ¡Y es todo por ahora, estimada gente de los Dominios!
Nos leemos pronto y con más cosillas :)