¡Paladines y Cerrajer@s!
¿Qué tal? ¿Cómo están? Ha llegado la publicación del último prólogo prometido, y -al igual que yo- espero que hayan disfrutado de este pequeño adelanto que Adriana González nos ha preparado, para ir afilando nuestros colmillos y poder hincarlos de manera muy profunda, una vez que Mestizo sea publicado ♥
Y acá va:
***
INTERRUPCIONES
Erick
Una
lenta sonrisa fue emergiendo en mi rostro, y eso que aún no me encontraba
completamente despierto. Mi gesto se debía a la sensación de unos suaves labios
sobre mi estómago, esparciendo perezosos besos sobre toda la extensión de mi
piel.
Alcé
una mano y, sin abrir los ojos, la situé sobre la cabeza de mi compañera de
vida, enterrando mis dedos entre los mechones oscuros para de esa manera ir
guiando sus caricias hacia mi pecho, pasando por mi cuello, hasta que
finalmente su boca se encontró con la mía.
-Buenos
días –murmuró Nessa contra mis labios, una vez que nuestro beso terminó.
Abrí
los ojos hasta entonces, sorprendiéndome como siempre ante la belleza que se
encontraba entre mis brazos; a mi alma seguía sin afectarle el hecho de que ya
llevaba junto a aquella mujer más de un cuarto de siglo, pues aún continuaba
vibrando cada mañana, cuando mi mirada se posaba en Vanessa al despertar.
Es
en instantes como esos cuando aún me cuesta trabajo creer que ella es mía.
-Buenos
días –respondí por fin -¿Estás cómoda? –pregunté cerrando fuertemente mis
brazos a su alrededor, ya que Nessa se encontraba recostada con la totalidad de
su cuerpo sobre mí.
-Mucho
–contestó con una traviesa sonrisa.
-Es
bueno saberlo, porque de aquí no te dejaré mover en un buen rato.
-¡Mamá!
¿Dónde están mis botas negras? –el grito de Dorian nos arrancó una irónica
carcajada a los dos.
-¿Decías?
–inquirió Nessa alzando una ceja.
-¿A
qué hora quedó Dem de pasar por ellos?
¡Gracias a todo lo que es sagrado por
abuelos orgullosos! pensé.
-A
las ocho. El viaje es largo y no lo harán todo a través de portales, por lo que
quiere marcharse temprano –respondió mi compañera de vida intentando disimular
la preocupación en su voz.
Esta
era la primera vez que nuestros hijos estarían lejos de casa desde su
nacimiento, ya que Dem los llevaría con él a conocer la Isla de Karnath. Tanto él
como yo habíamos batallado bastante en que Nessa diera su consentimiento, y al
final fueron Dorian y Arabela quienes terminaron por convencerla, rogando de
forma incesante hasta que su madre aceptó.
-Estarán
bien, amor –le dije mientras acariciaba su espalda en un intento por
tranquilizar sus temores –Dem hizo un buen trabajo cuidando de ti y de Andrés.
-Lo
sé. Y confío plenamente en mi padre… ¡Pero mi hermano y yo no éramos tan
traviesos como tus hijos! –exclamó burlona -¡Recuerda que tienen tus genes!
-¡Oh,
sí! ¡Sí que los tienen! –contesté girándome hasta quedar ahora yo sobre ella –Y
piensa nada más en toda la experimentación genética que podremos hacer durante dos
semanas sin “papá, me duele el estómago” o “mamá, Dorian no me devuelve mi
muñeca favorita” o “papá, Ari me está pegando y tú me dijiste que a las niñas
no se les golpea, así que ¿qué puedo hacer para quitármela de encima?” o…
-¡Mamá!
¡Tengo hambre! –el grito ahora de Arabela se encargó de ejemplificar mi punto
en el momento más preciso.
-¿Ves?
–agregué mientras ambos volvíamos a reír.
-Tienes
razón.
-Yo
siempre tengo razón.
-No
nos vayamos tan lej…
La
silencié con un nuevo beso que rápidamente cobró intensidad, Nessa rodeándome
con brazos y piernas al tiempo en que mi cuerpo iba embonándose al de ella a la
perfección.
En
instantes así era en los que me felicitaba a mí mismo por todas las
modificaciones que le había hecho a la cabaña, comenzando por habernos
construido una recámara nueva para Nessa y para mí, con sus cuatro paredes
completas más una puerta con cerrojo, pues fue exactamente entonces que Dorian
comenzó a tocar.
-¡Mamá!
¡Papá! ¡El tío Belyan está aquí!
Levanté
la cabeza para después dedicarle a Nessa una mirada de confusión que ella me
devolvía.
-¿Esperabas
a tu hermano? –inquirió.
-No.
La última vez que nos vimos me dijo que él y Lórimer vendrían hasta después de
que los niños volvieran de su viaje, para ayudarme con su entrenamiento.
-¡Papá!
¿Qué le digo al tío Belyan? –la pregunta de Dorian interrumpió cualquier otro
intento de conversación.
-Dile
que ya vamos –le contesté finalmente a mi hijo, mientras que Nessa y yo nos
poníamos de pie, vistiéndonos con rapidez para luego descender juntos al primer
piso.
-¡Mamá!
¡Todavía tengo hambre! –exclamó Arabela al vernos, sentada cómodamente sobre
los brazos de su tío.
Por
un instante ni mi compañera de vida ni yo contestamos, dándonos cuenta de que la
situación debía de ser bastante seria, tan sólo con echarle un vistazo a la
expresión de mi hermano.
Nessa
reaccionó primero que yo, saludando a Belyan con un beso en la mejilla (una
costumbre que se había traído del Dominio Exterior y que ahora toda la familia
usaba), para luego tomar a nuestra hija entre sus brazos.
-¿Qué
te parece si tú, Dorian y yo preparamos el desayuno en lo que papá y el tío
Belyan cortan algo de leña? –las últimas palabras las pronunció mirándome, a
sabiendas de que tanto Ari como Dorian odiaban cortar leña, por lo que nos
estaba dando la excusa perfecta para que saliéramos de la cabaña a hablar.
-Suena
bien –aceptó mi pequeña.
-¿Dorian?
¿Tú qué dices?
-¿Papá?
–inquirió mi hijo sin contestarle a su madre, dirigiéndome una mirada suspicaz.
Le
dediqué una sonrisa inmediata, pensando que jamás me hubiera imaginado amar
tanto a alguien más que no fuera Nessa, y sentirme tan irremediablemente
orgulloso de ellos.
-Ayuda
a mamá, Dorian.
-¿Seguro
que no me necesitan? –cuestionó con seriedad.
-¿Quién
crees que te necesita más? ¿Tu tío y yo con la leña o tu madre con el desayuno?
-Buen
punto.
-¡Hey!
–gritó Nessa al tiempo en que todos reíamos -¡Pero si ya cocino mejor que
antes!
-Por
supuesto, amor –le dije para después besarla suavemente en los labios.
Segundos
más tarde, Belyan y yo salimos juntos de la cabaña.
-¿Qué
ocurre? ¿Sucede algo malo? –pregunté cuando nos alejamos lo suficiente de mi
hogar.
-Sí,
hermano. Sí sucede algo malo.
No
pude detener la tensión que me invadió de golpe.
-¿Por
qué? ¿Qué ocurre?
-No
vas a creerlo, Erick –profetizó; y tuvo razón, porque cuando terminó de hablar,
yo no podía creerlo-. Se trata de Matheo…
4 comentarios:
Nooooo!!!
Matheo que con Matheo!!!!
Muero de curiosidad..
Nooooo!!!
Matheo que con Matheo!!!!
Muero de curiosidad..
Oh... Por... Dios!!!!
Oh... Por... Dios!!!!
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